Ecosistemas de Emprendedores

Estamos en una época en la que el emprendedor se convierte en mito o leyenda y en la que lograr espacios que puedan replicar (siempre en muy menor medida) a Sillicon Valley o a Israel, es el sueño del gobierno de turno. Pero eso no es fácil; lo demuestran infinitos fracasos en todos lo lugares imaginables del mundo. Sin embargo, sí hay países donde se ha logrado un relanzamiento de la economía, a partir de una nueva tendencia de emprendimiento: Chile, Colombia, Islandia, Taiwán, Nueva Zelanda…. Pero cada uno con un modelo propio, adaptado a su propia cultura de negocios y a la idiosincrasia local. Porque no hay fórmulas secretas ni modelos que se puedan replicar exactamente.

Lo que queda claro, de las experiencias que han fracasado, es que el papel de los gobiernos es el de facilitador, nunca el que empuje, provoque o, con su actitud paternalista, “obligue” a ese emprendimiento. Un papel de facilitador que impacte de forma positiva en los agentes que sí pueden crear y generar un ecosistema de emprendimiento activo: empresas, inversores, instituciones educativas…

La educación es básica, pero no está a la altura de los retos que se presentan en la actualidad. Conocimientos mínimos de finanzas y de programación deberían estar en el programa de todos los colegios, al igual que el desarrollo de las habilidades personales básicas (saber redactar, saber hablar en público, asertividad…). Al mismo tiempo, urge la sustitución de la actual filosofía de la mediocridad (ajuste del ritmo al más lento) por la de una meritocracia competitiva, y mantener el flujo de estudiantes entre países, para que la multiculturalidad sea algo transversal. El talento atrae más talento… y si es diverso, mejor.

Una red de inversores y de instrumentos de financiación lo suficientemente competitivos y especializados en cada fase de la creación de una empresa (semilla, lanzamiento, crecimiento…) también es necesario para el surgimiento de un ecosistema inversor. Mejorar la regulación de opciones no tradicionales (business angels, capital-semilla, capital-riesgo…) es vital, puesto que el sistema bancario nunca asume riesgos y el emprendedor es riesgo, más alto cuanto más cerca está de la etapa de concepción de ideas (etapa que marca el inicio de todo). El talento atrae más talento… y este genera riqueza.

Otro pilar son los emprendedores. Esas personas que asumen riesgos, trabajan horas infinitas y se enfrentan a todo tipo de vicisitudes. Reducir la burocracia a la hora de crear una empresa, facilitarle el acceso a financiación, incentivar la contratación, introducir beneficios fiscales (por lo menos al inicio), proveerle de infraestructuras y comunicaciones de esta época… son acciones que sí le facilitarían el lanzamiento y crecimiento de sus iniciativas. El talento atrae más talento… y con menos trabas, mayores éxitos.

Y, definitivamente, la cultura emprendedora es otro factor clave. Tolerar el fracaso, mejorar la percepción que se tiene del empresario, el respeto al esfuerzo y a la ambición sana, la eliminación de la envidia y el fomento de actitudes cooperativas y colaborativas, son elementos sociales y/o culturales que propician el surgimiento de emprendedores, libres de estigmas por el mero hecho de ser empresario. El talento atrae más talento… si es libre, respetado e incentivado.

¿El papel de los gobiernos? El de facilitador, como se ha dicho antes. Analizar necesidades, planificar y poner en marcha medidas que actúen a modo de palanca para hacer que la rueda empiece a girar (recursos clave de la zona, minimizar debilidades de la región, facilidades fiscales y laborales, provisión de infraestructuras, etc.). Un papel de coordinador, de conseguidor… nunca de manipulador, ni de director o ejecutor.

No será fácil, no será rápido… pero será clave para el futuro.

Leave a comment